Decorative Documentary (Cuantos Somos). Ludwig Foundation, Havana, 2005

Decorative Documentary (Cuantos Somos). Ludwig Foundation, Havana, 2005.
Curator: Helmo Hernández
Collaborators: Pol Chaviano, Linares, Alex Hernández, Ariadna Contino, Liliam Dooley, Isis Chaviano, Greta García, Asori Soto, Roberto Ramos, Samuel Riera, Yunaika Martin, Angel Madruga, Fermin el azoguero, Nerys and Evelio, Daysi.
Especial thanks: Raysa Rojas, Frank Vega, Julio Gonzalez, Yaima Balboa, Raquel Carreras, Idalmis Borroto, Cristina Gonzalez, Idalmis Garcia, Marylin Gonzalez, Omar Rodriguez, Ernesto Rodríguez, Carlos.

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NOTAS SOBRE DOCUMENTAL DECORATIVO

Utilicé la metáfora del diseño interior para introducir y articular en el espacio de la Fundación Ludwig de Cuba un conjunto de prácticas marginales que sostienen algunas economías privadas familiares en Cuba. Cuando un diseñador de interiores concibe un local, habilita relaciones comerciales con productores y suministradores de muebles, losas de pisos, pinturas de pared, para usar sus productos en la creación del lugar. Mi trabajo, por un lado, se enfocó en la búsqueda por la ciudad de estos negocios y en la creación de una estructura comercial y de diálogo para hacer llegar sus mercancías a un espacio de validación, en este caso de arte. La institución compró productos o encargó servicios que eran indispensables al proceso de renovación interior que yo había proyectado. Por otra parte el diseño del interior operaba como una estructura conceptual, un diagrama que producía relaciones temporales entre cada elemento, cada superficie, con un discurso sociológico y productivo mas complejo. Es decir, la capacidad para relacionar de la estructura ambiental, funcional y simbólica de la arquitectura interior la utilicé para enunciar relaciones más complejas entre prácticas populares, la institución artística y el lenguaje mismo que estaba empleando. Hice énfasis con el curador (Helmo Hernández) en no nombrar ningún elemento como instalación, para propiciar una percepción desprejuiciada del, para mi, nuevo modelo de relaciones que había creado.

El título oficial dado al proyecto fue “Cuantos Somos”, también le llamé Remozamiento en mis cuadernos y textos, después terminé nombrándolo por el método que utilicé: Documental Decorativo.

Entre algunas de las economías privadas familiares que seleccioné estaban: una familia que hacía espejos decorativos; otra que creaba adornos con desechos de lámparas fluorescentes; una ascensorista de un hospital que tejía objetos decorativos (collares y llaveros) con mangueras y piezas usadas en transfusiones de sangre; una persona que hacía tapetes (doilies); una familia que producía colchones en el barrio La Güinera, donde todas las familias tienen el mismo negocio; una familia que producía vasos y juegos de copas cortando botellas; un señor que vive de pintar piedras falsas en fachadas e interiores de bares y centros de trabajo; unas familias que vivían de fabricar rejillas para desagües.

Durante las visitas a sus casas y espacios de venta en la ciudad entendí que el carácter serial de estas producciones era importante, no tenía sentido llevar objetos únicos al espacio de la Fundación sino superficies. Por lo tanto al entrar objetos, lo hacían integrando un área. De esta manera establecía también una distancia estructural importante en relación a Agua con Azúcar.

Uno de los valores del proyecto, en mi opinión, radicó en la noción de legalidad, asocié la belleza no legitimada de estas producciones con lo ilegitimo de las prácticas productivas familiares. Es decir, al pretender legitimar esa producción apelé a la legitimación y constatación de algunas economías privadas en Cuba. Los documentos, los comprobantes, los modelos de pago constituyen una memoria de los vericuetos legales y económicos de la exhibición.

El proyecto derivó hacia un ejercicio analítico sobre el lenguaje del documental, me interesó específicamente la ambigüedad funcional del documento y su afectación del entorno que lo alberga, ya sea un espacio expositivo, una publicación o un video. Un museo de objetos decorativos, por ejemplo, es sensible o corre el riesgo de ser leído como un espacio decorado, disolviéndose, en este sentido, la función documental. Usé las rejillas de desagües bajo esa exigencia conceptual, la superficie era una fría recolección de objetos dispuestos uno al lado del otro. La cantidad de ejemplares le dio una complejidad funcional y simbólica en relación al espacio, algunos lo percibieron como una alfombra, otros como un display. Alguien lo entendió como una escultura en diálogo con alguna obra en metal de Carl Andre. Para mi era una documentación de procesos productivos alrededor de una función y un arquetipo de objeto doméstico. Un diagrama que realice para sintetizar esta ambiguedad es el de la rejilla al centro de una urna de cristal.

El baño recoge otro experimento documental pero en relación a un tipo de colecciones que realicé, el de las simulaciones de materiales. Encontré un individuo que hacia este trabajo en el Cerro, sus imitaciones de madera cubrían elementos inesperados. Recuerdo una reja de barras metálicas(cabillas) en el exterior de su casa que parecía de caoba. Pensé que podía producir una nueva lectura si alteraba el soporte del documento. Nunca pude conversar con el individuo pero un artista relacionado con la Fundación aceptó el trabajo, él tenía experiencia simulando madera y había ganado dinero haciéndolo. Le pedí aplicara la simulación a todo el baño, e incluyera los objetos. El piso, la ventana, el techo, la tasa y el lavamanos, el espejo, un adorno que puse en la pared, todos sirvieron de soporte. Automáticamente se produjo el conflicto, el rechazo por las prácticas estéticas vernáculas se homologó con el rechazo lógico a un espacio pintado con algo que parecía excremento. Esta sección del interior se desmontó mucho antes que todo los otros elementos de la exhibición.

*Notas a Ileana Cepero, 2007 (fragmentos)