Ernesto Oroza: el espacio relacional de todas las cosas del mundo

Ernesto Oroza: el espacio relacional de todas las cosas del mundo
ADRIANA HERRERA

Ernesto Oroza (La Habana, 1968) exhibe actualmente la muestra de videos y fotografías Enemigo Provisional en Art@Work. En 2007 obtuvo la beca Guggenheim por su proyecto Arquitectura de la necesidad que indagaba en la reconfiguración ocurrida en el interior y exterior de los hábitats de La Habana. Tras graduarse de diseñador industrial durante el Período Especial había enfrentado la imposibilidad material de producir obras sofisticadas y descubrió en cambio que existía un impresionante “período de diseño popular masivo”, según escribió el crítico y artista Gean Moreno, con quien ha creado obras colectivas explorando un similar tipo de práctica en el Little Haiti de Miami.
Viendo su oficio sobrepasado por un entorno en el que la gente trasformaba sus viviendas con inesperadas envolturas o modificaciones inusuales para resolver la escasez habitacional; y en el que también se fabricaban objetos con lo que había a mano, improvisando soluciones frente a la carencia; renunció a sus ideas académicas para absorber las prácticas de la estética y vida popular.
Se convirtió en un “ex diseñador”  –como lo llamó Moreno, apropiándose del término acuñado por Martí Guixé-, que más que crear, acopia objetos de arte encontrados que fotografía, usa como patrones, o como ingeniosas instalaciones de solución espacial fabricadas con recursos “pobres” como baldes, cajas de cartón, piedra o plástico. Pero sobre todo, funcionan como artefactos de pensamiento para revelar zonas de interrelación en sombra.
Su práctica artística refleja cómo la  necesidad puede propiciar en Cuba el despliegue de una recursividad orgánica, marcada por los ritmos y las urgencias de la gente. Pero lejos de caer en el romanticismo que hace exóticos esos objetos caseros ingeniosos – una lámpara de querosene hecha con una botella de leche-, reafirma que no se renuncia al deseo del objeto “verdadero”. Como un Aladino contemporáneo, Oroza cambiaba de hecho, un ventilador nuevo por el que alguien había creado con un disco de acetato para “resolver” su carencia, y lo usaba como un readymade de la arquitectura de la necesidad.
Oroza demuestra hasta qué punto diseño y arquitectura, asumidos desde la supervivencia cotidiana, pueden desafiar la ética de un sistema que reprime la iniciativa individual, pero también la de otro que conduce a un consumo de cosas hechas y no necesarias a fin de someterlo a un omnipotente poder financiero.
Su obra no está en las piezas, sino en la intermediación social. Es una mirada apostada en los espacios emocionales –del deseo, del miedo a la escasez, de la posesión simbólica, de la necesidad de expansión- que se activan en las relaciones de las personas con los objetos y arquitecturas con los que viven. Su estética relacional se apropia de las prácticas populares para erosionar los lugares comunes que saturan las ideologías del poder.
De modo coherente con una programación ligada a la observación cultural de la migración y de los desplazamientos territoriales y de visión en Miami, Art@Work exhibe el video y las fotos de Enemigo Provisional. Las piezas registran el estado en que queda un set de objetos caseros tras ser usados en los campos de tiro improvisados que Fidel Castro autorizó montar con escopetas de cacería amarradas a una barra. El gobierno las suministró conminando a la gente a entrenarse a disparar para enfrentar la amenaza de una invasión imperialista. Los campos provisionales, creados para una espera hipotética, funcionan como negocios improvisados en estructuras donde se cuelga cualquier objeto inútil que pueda ser baleado. Balones desinflados, muñecas viejas, piezas sueltas, reciben una descarga de agresividad popular obviamente más conectada con la liberación de una energía de frustración social, que con su supuesto propósito de entrenamiento. Cada objeto agujereado y fotografiado cumple una función que desplaza la inmovilidad de una sociedad donde todos están a la espera de lo que no ha de venir, por una catarsis tan absurda o grotesca como el estado en que quedan estos blancos que hablan no sólo de la extensión del simulacro sino de las estrategias de desplazamiento. El “enemigo” externo provisional ayuda a acatar la inacabable espera.
Oroza propuso la “desobediencia tecnológica” como una vía para remover la inmovilidad que imponía en Cuba determinó una forma de vivir en la transición; pero también el perenne tránsito hacia el progreso que en el capitalismo acaba por obviar, en aras de una sofisticación tecnológica, “los paradigmas de vida humana”.
Otro video exhibido pertenece al archivo llamadoDesobediencia tecnológica y muestra la aparición de Fidel Castro intentando promocionar la ventaja de productos chinos para el consumo, en un momento en que masivamente la gente diseñaba con cualquier cosa objetos de necesidad. La reproducción de esa imagen del líder político que parece encarnar un vendedor callejero armando cuentos sobre el producto que intenta vender, evidencia el límite de las ficciones sociales y erosiona el poder discursivo de un sistema a partir de la visión de los objetos.
En síntesis, estas obras encontradas que interpelan los límites de las ficciones sociales, burlan los estereotipos de exaltación o detracción del consumo del comunismo y del capitalismo, y proponen la formulación de otra ética en la relación del hombre y las cosas.

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
Adriana Herrera es escritora, curadora, y crítica de arte. Colabora con galerías y museos, y asesora publicaciones especializadas.
‘Enemigo Provisional’ de Ernesto Oroza en Art@Work, 1245 SW 87 Ave. Hasta el 21 de septiembre. Charla del artista y visita guiada el jueves 15 a las 7 p.m.
adrianaherrerat@gmail.com