What Noah needed was reinforced concrete. What Modern Architecture needs is a flood. Rem Koolhaas, Delirious New York, 1978.
Al disponer una probeta detrás de la otra acoplando sus extremos circulares se extiende la forma cilíndrica longitudinalmente. La fila remite al estado líquido del concreto, se percibe como un chorro de hormigón. El debate sobre el carácter líquido o sólido del concreto,—que parece retórica sencilla pero tiene una dimensión política—está basado en la discusión entre Max Bill y Oscar Niemeyer sobre cómo debía hacerse arquitectura en Brasil. Niemeyer defendía la cualidad líquida del concreto, su plasticidad, y creía se debía aprovechar su fluidez para generar formas no vistas en Occidente, inspiradas en el paisaje exuberante de Brasil. Por su parte Max Bill (arquitecto, diseñador y artista suizo) decía que esa aproximación negaba las posibilidades industriales del concreto y que Brasil, con un deficit habitacional elevado, no requería de edificios esculturas, pero si de arquitectura prefabricada y estandarizada, una arquitectura que entendiera las posibilidades y códigos de la producción industrial para atender la demandas de la población. Esta discusión, por distinta razón, parece haberse dado también entre Le Corbusier y Salvador Dalí, en relación a New York, y fue apuntada por Rem Koolhaas en Delirious New York (1978).